Pedro Mártir de Anglería, en su estudio cartográfico De
Orbis Novo de 1511, señaló la zona y la denominó Río de Lagartos. Bernal Díaz
del Castillo relató en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España
que durante uno de los viajes de exploración la tripulación había tenido
necesidad de proveerse de agua dulce y, creyendo que se trataba de un río,
había decidido explorarlo. A medida que avanzaron hacia el interior, se dieron
cuenta de la gran cantidad de cocodrilos que había, y lo nombraron como Río de
los Lagartos.
Crónica del descubrimiento de Río Lagartos;
Los expedicionarios
habían vuelto a las naves sin el agua dulce que obligó al desembarco. Además,
veían mermada su tripulación en más de cincuenta hombres, muchos de ellos
marineros, lo que unido a la gran cantidad de heridos graves les impedía
maniobrar los tres barcos. Se deshicieron del de menor calado quemándolo en
alta mar, después de haber repartido en los otros dos sus velas, anclas y cables.
La sed comenzó a ser intolerable. Bernal habla de que se les agrietaban lenguas
y gargantas, y de soldados que fallecieron porque la desesperación los llevó a
ingerir agua de mar. Otro desembarco de quince hombres, en un lugar al que
llamaron Estero de los lagartos sólo obtuvo agua salobre, que aumentó la
desesperación de los tripulantes.
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